Al principio de la década de los 40 del siglo pasado, la compañía Bohn vislumbraba un futuro en el que un monorraíl con una hélice en el morro y aspecto de avioneta nos transportaría de la ciudad al aeropuerto
Vagones que tienen, a nuestros ojos, tanto de futurista como de retro.
Una máquina para asfaltar carreteras (bueno, en realidad parece construirlas de la nada) que hace lucir como auténticas hormigas a los empleados que trabajan a su derecha.
La delicia del granjero es uno de los pocos diseños de Bohn que verdaderamente se parece a la maquinaria de lo que para ellos era el futuro. Aunque el tamaño del vehículo da miedo comparado con el del granero del fondo.
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