Santo Domingo.- El presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Miguel Vargas Maldonado, anunció ayer la ruptura del diálogo con el expresidente Hipólito Mejía, en una carta dirigida a la nación y que publica íntegramente LISTÍN DIARIO.
Negociación. El expresidente Hipólito Mejía y Miguel Vargas se reunieron en la casa campestre del general retirado José Miguel Soto Jiménez el viernes 3 de mayo pasado. |
Vargas Maldonado señaló que el pasado mes, durante un encuentro promovido por el general José Soto Jiménez en Lomas Lindas, ambas partes arribaron de forma preliminar a un acuerdo por el cual Mejía, “a su decir público”, no aspiraría a ningún cargo de ser amnistiado en el PRD, y que además apoyaría su candidatura presidencial entre otros puntos de un acercamiento que luego fue supuestamente desconocido por el exmandatario.
A continuación el texto completo de la carta:
Lamento verme en la obligación de no responder, obviando las conocidas reglas de cortesía, la carta que me cursara el 17 del presente mes el expresidente Hipólito Mejía, ya que carece del fundamento de veracidad para ser respondida como tal y menos, como referencia que sirva a los sagrados intereses de unidad del Partido, a la democracia y sobre todo, como reflejo cabal de los hechos a que pretende aludir de forma retorcida dicho documento.
Atribuyo el desatino a la labor insidiosa de los que quieren justificar falsas fidelidades ciegas, para mantener su vigencia. Debo si, hacer de conocimiento de toda la nación, en virtud del esfuerzo que inicié para lograr la unidad de la familia perredeísta, la relación total de lo acordado con el señor Mejía, para ser fiel a la expectativa esperanzadora que se hicieran todos los compañeros y la sociedad entera después de iniciadas estas conversaciones, atendiendo que la gente podría estar hastiada, en medio de los graves problemas que lo agobian; de estas constantes pugnas.
Aclaro que lejos de la ambición que se me ha querido atribuir, las raíces de este esfuerzo denodado, sin reparar en las ofensas esgrimidas en mi contra, nacieron de mis reiteradas propuestas de unidad para hacer oposición después de la última derrota electoral de nuestro glorioso Partido y que tuvieron como respuestas de este mismo sector, inconductas, insultos, indisciplina y una cadena de infamias que soportamos con serenidad y con un respeto conciliador que muchos compañeros no merecen por el tono de sus agravios a la institucionalidad del Partido, sin lugar a dudas para tratar de justificar el hecho de una derrota inexcusable por la ocurrencia de tantos errores.
Con este firme propósito y sin exclusiones, para construir el llamado bloque de la esperanza, destinado hacer una oposición firme pero propositiva, iniciamos un periplo de visitas y reuniones dentro y fuera del Partido con entidades como V República, PDI, MODA, PRI, PRSD y otras fuerzas políticas, y connotados dirigentes del PRD como Guido Gómez, Tony Peña Guaba, Vicente Sánchez Baret, Yadira Henríquez, Fello Subervi, José Rodríguez Soldevila, Alfredo Pacheco; Tonti Rutinel, Carlos Gabriel García, y otras personalidades de la vida nacional entre la que se destacan la del Arquitecto Leopoldo Espaillat Nanita y recientemente el afamado intelectual y escritor Andrés L. Mateo.
He repetido, que la motivación fundamental de reunirme con el señor Mejía y todos los sectores que me han adversado, dentro y fuera del PRD, no es otro que prepararle el camino al partido más antiguo, mas grande y votado de la República Dominicana para alcanzar el poder en las elecciones del 2016, debiéndose entender que mis aspiraciones y la de todos los compañeros deben efectuarse legítimamente, en el marco de las leyes nacionales y los estatutos de nuestra organización.
Siendo este el móvil de acercamiento, acogí de buena manera las gestiones de dialogo que propició el general José Miguel Soto Jiménez , en el marco de un almuerzo en su residencia en Lomas Lindas, el día viernes 3 de mayo del presente año. Para efectuar ese encuentro le comuniqué al general Soto, lo que más tarde le dije en persona al ex compañero y que él aceptó, en cuanto a mis legitimas aspiraciones a la candidatura presidencial.
El encuentro se realizó dentro de una agenda de reuniones que tenían como objeto principal la aprobación de una Ley de Partidos que garantizara “el sagrado derecho ciudadano de elegir y ser elegidos” de forma democrática, sin el atropello del uso y abuso de los recursos del Poder. Debemos recordar que visitamos al Presidente de la República, al Presidente del Partido de la Liberación Dominicana, al presidente del Partido Reformista Social Cristiano, al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, moseñor Agripino Núñez Collado y al Presidente de la Junta Central Electoral, entre otras personalidades de la vida nacional.
Sobre el almuerzo de Lomas Lindas, la sociedad dominicana y los compañeros deben saber que tras esta conversación cordial no formulé una propuesta de acuerdo, sino más bien, que se arribó de forma preliminar al acuerdo en sí, con el total consentimiento de las partes, bajo la premisa de que el ex Presidente Mejía a su decir público, no aspiraría a ningún cargo de ser amnistiado en el PRD y que apoyaría mi candidatura, reservando la eventual candidatura vicepresidencial para su hija, la señora Carolina Mejía. Expectativa que había lanzado el mismo ex presidente Mejía, cuando meses antes afirmó que ella era su heredera política, hecho esto que fue reseñado en los medios de comunicación. También se acordó una cuota para su sector en la dirigencia del Partido, garantizado en un proceso convencional transparente y ejemplarizante.
De igual manera, en un eventual gobierno del PRD, de resultar gananciosa mi candidatura, se le garantizaba una serie de cargos en la administración pública. Este pre acuerdo estuvo basado en lo que ha sido la historia contemporánea del PRD para sortear sus grandes crisis, fruto de su propia dinámica histórica, de la que yo puedo hablar con toda propiedad, porque a despecho de otros procesos, fui elegido para la candidatura presidencial con más de un 80 por ciento y a la Presidencia del Partido con más de un 96 por ciento. Debiendo subrayar en esta carta al país, el orgullo legítimo de alcanzar estos logros siendo un perredeista auténtico, nacido en el seno de este partido, desde mi primera juventud, a diferencia del ex presidente Mejía que habiendo sido originalmente socialcristiano fue acogido por nuestra organización después de haber ocupado una cartera en el gobierno del Presidente Guzmán, para así acceder a una candidatura senatorial que perdió en el año 1982.
Por esas veleidades de la política, cabe recalcar que durante el gobierno del Presidente Jorge Blanco la gestión de Mejía fue duramente criticada y no faltaron algunos compañeros que lo acusaran de traidor, según el libro del finado periodista Carlos Cepeda.
En clara alusión a mis triunfos convencionales democráticos, a manera de halago o en un dejo sincero de reconocimiento, el ex compañero me dijo en Lomas Lindas que yo había tenido más control del PRD que el mismo Peña Gómez, lo que solo coincide en el carácter democrático del antecedente.
Apuntamos que para conquistar el poder, el remitente de la carta en cuestión, repartió la Presidencia del Partido, la vicepresidencia de la República, la secretaría general y varios ministerios como parte de un acuerdo en el año 2000.
Para beneficio de la nueva generación de dirigentes, debemos señalar aspectos importantes de la conversación de Lomas Lindas, que dio lugar al aludido preacuerdo. En primer término, la pertinencia de mi candidatura Presidencial apoyada por él, y refrendada por lo que establecen nuestros estatutos y las fórmulas convencionales y cuya omisión en dicha carta muestra el carácter pérfido de su documento.
Le comuniqué, por ejemplo, al ex presidente Mejía, que él no había perdido por mí, ni siquiera por la cantidad de sus agresiones verbales a muchos sectores de la sociedad dominicana- Que cumplí mis obligaciones como presidente del PRD, a pesar del rechazo a mi participación directa, asegurando que él ganaba las elecciones, como quiera, “con Miguel o sin Miguel”. Debo recordar, que yo lo proclamé como candidato presidencial, que luché y conseguí como presidente del PRD, la casilla número uno, que solucionamos el impase del centro de cómputos en la JCE. Que logramos suprimir la foto de la candidatura vicepresidencial. Que le entregamos alrededor de 200 millones de pesos para que desarrollara su campaña y realizamos jornadas publicitarias e institucionales por la candidatura del Partido.
Yo le agregué además, que a él lo derrotó el Presidente Fernández, que sin ser el candidato del partido oficial, él lo metió en la contienda, con una serie de amenazas. El ex presidente Mejía me dijo que él traía un acuerdo con el Presidente Fernández, a quien había visto muchas veces, y que dicho Presidente le había sacado luego la alfombra. Que el interlocutor de ese acuerdo entre ellos, había sido el compañero Guido Gómez Mazara, que no me respondía a mí, ni a él, sino que respondía a los intereses del Presidente Fernández.
Al mismo tiempo calificó de extemporáneos los aprestos de otros compañeros que aspiran a la candidatura presidencial por el PRD y a otros cargos electivos. Vaya ironía, algunos de estos figuraron como asistentes de la rueda de prensa, en donde se dio a conocer el contenido de la citada carta.
Concluida nuestra conversación casi todos los presentes en ese almuerzo, escucharon cuando Mejía me pregunto que cómo se llevaría a cabo lo pactado, a lo que le respondí que nombrara una persona de su confianza, que resultó ser el compañero César Sánchez, que yo por mi parte, iba a designar al compañero Eduardo Jorge Pratts con fines de elaborar un documento que firmaríamos en un acto público, teniendo como testigos al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, monseñor Agripino, Núñez Collado, al doctor José Joaquín Puello Herrera, al general Soto Jiménez y al mismo César Sánchez; al Secretario General de la Internacional Socialista, Luis Ayala y a Jorge Pratts, así como a algunos reconocidos empresarios de la sociedad dominicana que ambos sugerimos y que ante la inminencia del acuerdo fueron debidamente contactados. En ese tenor no se requería de mediadores, sino de dos interlocutores que hicieran “la carpintería”, según sus propias palabras.
Tres días después, en la primera reunión, el lunes 6 de mayo, entre Eduardo Jorge y César Sánchez, en presencia del general Soto Jiménez y José Joaquín Puello, para dar inicio a los trabajos de estructuración del documento, el compañero César Sánchez le manifestó al grupo, a raíz de yo darle a conocer los términos acordados, su satisfacción y alegría, porque lo que le expresé, correspondía a lo que le había dicho exactamente el ex compañero Mejía sobre lo acordado.
El martes 7 de mayo visité a su eminencia reverendísima cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez y a monseñor Agripino Núñez Collado para referirle lo pactado y extenderle mi petición de que la iglesia Dominicana fuera testigo de la firma del acuerdo, en caso de materializarse. Sugerencia que ambos aceptaron.
Días después y tras varias reuniones entre Jorge Pratts y César Sánchez, para afinar el documento y poner fecha de la firma, el compañero César Sánchez le transmitió a Eduardo Jorge, dos correcciones, sugeridas por Mejía, al acuerdo original en un documento sin firma, que conservamos. La primera, era con respecto a que el documento no contuviera el nombre de su hija, Carolina Mejía, porque le había traído inconvenientes en su grupo, pero que fuera de su elección, la candidatura vicepresidencial. En el otro punto, había una demanda con respecto a porcentajes que no se precisaron en Lomas Lindas, a lo que también, accedí a estudiar con fines de complacer la petición del ex presidente Mejía a través de César Sánchez y todo por la unidad de nuestra organización.
Más tarde surgieron otros elementos en el interés del ex presidente: una mayor cuota en los cargos electivos, la temprana amnistía a los expulsados y mi no participación como candidato a la presidencia del Partido.
Al transcurrir aproximadamente un mes y habiéndose agotado las consabidas deliberaciones accedí a pedido del doctor Puello a una nueva reunión con el ex presidente Mejía, siempre y cuando, fuera para conocer el documento final. Este nuevo encuentro resultó frustratorio para los fines aludidos, donde la presencia del ex presidente Mejía que propició la nueva reunión, fue dominada por las divagaciones, con dos nuevos elementos inapropiados: la presencia de un nuevo interlocutor, Orlando Jorge Mera, suspendido por dos años de nuestra organización, y quien sustituyó a César Sánchez y la convocatoria unilateral a algunos medios, a modo de emboscada, determinó que no se llegara a nada concluyente.
Ante una nueva propuesta urgente de otro encuentro con el ex presidente Mejía cursado por el doctor Puello, reiteré mi posición de que si no era para llegar al arribo final de este acuerdo, sin trucos, ni barajas debajo de la manga, era innecesario seguir insistiendo sobre este punto que ya yo veía con cierto recelo por los cambios de posición del ex mandatario, que faltando a lo pre acordado pretendía burlar una vez más mi buena fe que le tendía una rama de olivo no obstante haber sido expulsado por los organismos disciplinarios de nuestro partido, por sus constantes violaciones de los estatutos y las normas de nuestra organización política.
Todo lo aquí expuesto puede ser testimoniado por el Doctor Puello, Cesar Sánchez, el general Soto Jiménes y Eduardo Jorge Pratts, que participaron en estas deliberaciones.
La misiva en cuestión parece destinada a revivir el ánimo de pugnacidad, que él (ex presidente Mejía) ha dicho que quiere dejar subsanado como legado histórico, pugnacidad que desecho de plano sin dejar de aprovechar la oportunidad, que me brinda la maledicencia de mis detractores, para reconocer un punto luminoso de esa carta: el PRD ha sido, es y será una escuela de democracia en la República Dominicana. Esos perfiles son los que fundamentan mi proyecto de la creación de un PRD moderno, disciplinado, respetuoso y triunfador, acreedor de la confianza de todos los sectores de nuestra sociedad.
El ex presidente y ex compañero Mejía, no observó esa verdad cuando desconociendo los sacrificios y principios no reeleccionistas del inolvidable compañero, mentor y guía, José Francisco Peña Gómez, impuso la reelección presidencial, después de haber afirmado en más de 80 ocasiones que no acudiría a esa mala práctica, enfrentando y frustrando la legítima aspiración de siete distinguidos compañeros del partido, y diligenciando el apoyo de forma espuria de 12 asambleístas de otro partido, 10 de los cuales fueron expulsados del mismo, por esa acción aberrante.
El ex presidente Mejía tampoco invoco a esa escuela de democracia para sustituir al doctor Emmanuel Esquea Guerrero, de la presidencia del Partido, y posteriormente expulsar de la presidencia del mismo, al licenciado Hatuey Decamps.
Durante su gobierno el ex compañero no aplicó las enseñanzas de esa escuela democrática para propiciar una sesión del congreso que termino a tiros y a oscuras, durante la elección de un bufete directivo.
También olvidó esa escuela de democracia para en las elecciones presidenciales del año 2008 no expresar su apoyo decidido a la candidatura del PRD.
El ex presidente también olvidó esa escuela democrática en el año 2010, al pactar abiertamente con el oficialismo y producir la paradoja de que siendo el partido más votado el PRD no lograra un solo senador. Y mientras yo defendía a nuestros candidatos ante la JCE, él, mediante carta felicitaba la brillante actuación del organismo electoral.
Pero también el ex presidente Mejía no tuvo reparos para olvidarse de esa escuela democrática y propiciar contra mí, en el desarrollo de la convención presidencial de marzo del 2011, el voto masivo de seguidores de otros partidos que lo impusieron a él, como el candidato opositor conveniente en las elecciones por ser el más vulnerable y derrotarlo, como al efecto, ocurrió.
El ex presidente Mejía atentó, de manera salvaje con turbas a sueldo, contra esa escuela democrática, para interrumpir una reunión del Comité Ejecutivo Nacional, poniendo en juego la vida de muchos compañeros y el sosiego público, agrediendo los mismos organismos e instituciones que dice defender, sin tener derecho alguno, porque dejó de pertenecer a nuestro partido.
En el desarrollo de las conversaciones para la unidad del partido, desconociendo nueva vez esa escuela democrática, atenta contra la institucionalidad promoviendo un pleno ilegal y divisionista.
El firmante de la carta en cuestión, una semana después de habernos reunido en Lomas Lindas, el día 3 de mayo, no tuvo reparos en afirmar ante la tumba de nuestro máximo líder, que había que “repartir la torta”.
Yo no voy por este medio a juzgar la conducta de este ex compañero; los organismos de nuestra organización política, la opinión pública y hasta los votantes ya lo han hecho muchas veces. A mí solo me basta con la satisfacción de haber hecho otro intento de racionalidad, por el sosiego y esperanza de nuestro Partido y nuestro pueblo.
“Mana vieja no es costumbre”. Para finiquitar una polémica que luce estéril y sin sentido, serán estas mis últimas palabras sobre este tema. Lo prudente, lo importante, lo trascendente, es seguir el curso de nuestra labor patriótica y democrática sin reparar en aquellos desalmados inconscientes, oficiosos del despropósito, que pretenden crear las condiciones para una próxima derrota electoral que mantenga al PRD fuera del poder, promoviendo la división interna.
El llamado a la unidad debe ser más fuerte que nunca en torno a nuestro Partido, por encima de las vocerías de aquellos que con sus querellas pretenden acallar la voz de una militancia que no soporta más los errores que nos han mantenido en los últimos nueve años fuera del Poder.
Por formación familiar y convicción cristiana soy incapaz de albergar odios infecundos ni rencores, en toda mi trayectoria de hombre público he puesto en práctica las herramientas del diálogo y la concertación, como mecanismo e instrumento más idóneo para lograr resultados favorables en beneficio de la colectividad.
Sea así, en esta ocasión, en que mi disposición se fundamenta en una motivación tan importante como es la unidad y el triunfo de nuestro partido.
En el camino de superar estas turbulencias que han pretendido empañar a manera de nublazón el horizonte de nuestro gran partido político, anuncio que a partir de esta carta al país, empieza una nueva etapa para renovar la fe y la esperanza del pueblo y del PRD.
Invito a todos los dominicanos y dominicanas de buena voluntad a trabajar juntos por una gran concertación de fuerzas políticas y sociales, que aseguren a la nación el bienestar y prosperidad que todos merecemos.
Unamos fuerzas para alcanzar juntos una contundente victoria electoral en mayo del 2016.
Miguel Vargas,
presidente del PRD
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