SANTO DOMINGO, República Dominicana.-A 45días de la fuga hacia Polonia del padre Wojciech (Alberto Gil para los comunitarios), de la parroquia San Antonio de Padua, del distrito municipal de Juncalito, nada se ha logrado para que el sacerdote católico responda por las violaciones sexuales que habría cometido contra decenas de niños y adolescentes.
El 28 de junio, Acento.com.do obtuvo a través de una fuente de la Procuraduría General de la República la información de que el sacerdote polaco abandonó el país con doble identidad lo que habría dificultado a las autoridades identificar su nombre real para formalizar el sometimiento a la justicia por violación sexual contra decenas de niños en Juncalito, Santiago.
De igual manera, el Ministerio Público, una vez obtenida la identidad verdadera del sacerdote, se aprestaría a pedirlo en extradición a las autoridades de Polonia, país con el cual al República Dominicana tiene un tratado de entrega de prófugos de la justicia.
Wojciech sería declarado en rebeldía, al no presentarse ante el Ministerio Público dominicano para ser investigado sobre las denuncias en su contra. Una vez declarado en rebeldía, se tramitaría su captura y entrega por parte de las autoridades polacas.
“La Fiscalía de Santiago se encuentra a la espera de una certificación por parte de la Dirección General de Migración sobre la salida y no retorno del sacerdote, quien viajó con otra documentación”, explicó entonces la fuente.
“Para identificar exactamente el nombre del sacerdote, las autoridades investigativas están identificando el día específico en que habría viajado en compañía del grupo de jóvenes, porque no aparece registrado su nombre ‘Wojciech Gil’ en ese vuelo”, agregó.
Según informaciones obtenidas por Acento.com.do, el Ministerio Público agiliza el proceso de identificación del sacerdote polaco para solicitar la declaración de estado de rebeldía del imputado en los tribunales dominicanos.
La falsificación de identidad supondría un nuevo cargo contra el sacerdote católico, para fines de sometimiento a la justicia.
El sacerdote despertó sospecha por la gran cantidad de monaguillos o ayudantes (180) que tenía a su alrededor, a los cuales “cuidaba”, según les decía a sus familiares. Los menores eran “premiados” con paseos a la playa y viajes a Polonia, todo pagado por el sacerdote, siempre y cuando se portaran “bien”.
acento.com.do
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