Tiempos inciertos, de constantes desafíos, de cosas que vienen y van y también de una sensación de frialdad y egoísmo en una sociedad demasiado preocupada por sacar sus asuntos adelante. Se banaliza lo importante y se da peso a lo trivial, y así las cosas, es fácil que las relaciones sentimentales no sean intensas, que las parejas tengan fecha de caducidad y que lo normal sea sacar uno su barco a flote mientras se hunde el mundo.
En esta sociedad tan acostumbrada a las desgracias y a los apocalípticos vaticinios, ver una luz de esperanza siempre nos consigue arrancar una sonrisa, y en el mejor de los casos, una reflexión. Leer más
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