
Los momentos en que más se acrecentó este acecho fueron los de la llegada de la guerrilla comandada por Francisco Alberto Caamaño en 1973 y en las vísperas y durante las elecciones de 1974.
No hubo escondites, emisarios, planes, anfitriones, acompañantes del entonces líder del PRD del que no se enterase a Balaguer con precisión de horas, nombres, lugares. Bosch parecía ser una obsesión en las mentes de los influyentes generales de entonces y de guardias y policías de menor categoría dispersos por la República. Leer más en hoy.com.do
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