Entre 1971 y 1977 los servicios de seguridad del régimen balaguerista espiaban a Juan Bosch con delirio impresionante y sus movimientos eran reportados al mandatario en informes confidenciales remitidos por los jefes de la Policía, las Fuerzas Armadas y por embajadores dominicanos acreditados en otros países.
Los momentos en que más se acrecentó este acecho fueron los de la llegada de la guerrilla comandada por Francisco Alberto Caamaño en 1973 y en las vísperas y durante las elecciones de 1974.
No hubo escondites, emisarios, planes, anfitriones, acompañantes del entonces líder del PRD del que no se enterase a Balaguer con precisión de horas, nombres, lugares. Bosch parecía ser una obsesión en las mentes de los influyentes generales de entonces y de guardias y policías de menor categoría dispersos por la República. Leer más en hoy.com.do
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