Santiago. Fue sepultada, luego de que comenzara a heder y a descomponerse, María Almánzar, a quien sus familiares se resistían a enterrar por creer que no estaba muerta, debido a que de sus ojos salían lágrimas cada vez que le oraban.
Almánzar, de 45 años de edad, quien llevaba 85 horas acostada en cama, presentaba síntomas de elasticidad y no de dureza como cuando ocurre cuando una persona se muere.
“En la madrugada comenzamos a notar que su cuerpo ya presentaba síntomas de mal olor y entonces en la mañana decidimos enterrarla”, dijo entre sollozos su hija Perla.
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