Según afirma en su blog la antropóloga Anna Boye, “en esta comunidad bijagó de Orango Grande cada sexo tiene funciones diferentes, las mujeres siguen la tradición de sus antepasados y organizan el trabajo, la gestión de la economía y la ley, pero con un sistema de valores que aprecia al hombre por su sensibilidad y delicadeza y lo valora por las labores que realiza como son el barbecho de los campos, la caza y la pesca. Se le toma en cuenta a la hora de decidir las cuestiones de la comunidad para procurar el bien común”.
La investigadora afirma sentir “un gran amor por el estudio de estas sociedades matriarcales porque a través del saber que adquiero de ellas aprendo que hay nuevas maneras de organizar la sociedad, nuevas maneras de ser, y éste es un reto que me obliga a revisar todo lo aprendido”.
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