Ian Crozier, médico de 43 años, fue trasladado el pasado mes de septiembre al Hospital de la Universidad de Emory en Atlanta, Estados Unidos, para ser tratado después de haber contraído la enfermedad mientras trabajaba en Sierra Leona.
Después de luchar contra el virus varias semanas, finalmente se lo consideró curado y fue dado de alta.
Sin embargo, poco después empezó a sentir ardor en el ojo izquierdo, sensibilidad a la luz y una molestia constante. Más tarde empezó a padecer visión borrosa, dolor e inflamación, mientras que el color de su iris cambió de gris a verde.
Tras una serie de análisis, la sustancia líquida en el interior del ojo dio positivo por ébola, según informó New England Journal of Medicine.
Fue un descubrimiento sorprendente para los médicos, que no tenían conocimiento de que la infección podía ocultarse y manifestarse en los ojos después de haber sido atajada en otras partes del cuerpo.
Ahora, el médico se ha recuperado, y sus lágrimas y párpados ya no presentan señales del virus. Sin embargo, decenas de miles de personas en África que sobrevivieron al ébola podrían correr el riesgo de quedarse ciegos si no se diagnostica oportunamente la enfermedad, advierten los especialistas. (Infobae.com)
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