Por Agustín de la Cruz (Sugar).
New York, (SL) -En mi reciente visita al país, hice un aparte para observar el comportamiento de nuestra televisión, lo que me llevó a la conclusión de que los elementos fundamentales en la mayoría de programas, son los mismos “Senos, Traceros,Urbano y Política”.
Obviare mencionar programas y canales, pues con escasas excepciones, la mayoría incurre en abusar de algunos de estos elementos, mientras otros se exceden en el uso de los cuatro.
Recuerdo que hubo una vez que el elemento fundamental y de mayor atención en los programas de televisión recaía en el manejo del lenguaje, formalidad y profesionalidad en la forma de presentación.
Hoy, a cualquiera que se le ocurre poner un programa lo único que requiere es alguien que lo patrocine y para cubrir esas horrorosas deficiencias frente a las cámaras, nada mejor que hacerse acompañar de feminas con cuerpo extravagante, ya sea como presentadoras o bailarinas, quienes dan la impresión que fueron sacadas de un burdel cualquiera.
No importa que se trate de las 9 de la mañana o de la noche, para el caso da igual, han pretendido convertir la televisión en una especie de pasantía, por donde desfilan una serie de jovencitas sin preparación ninguna, las que en su mayoría intentan acaparar la atención exhibiendo los atributos que el bisturís brinda, ñames personalizados que a pesar de cómo lucen y/o se mueven, siguen siendo ñames.
Lo mismo ocurre en el caso de la política, ya usted no sabe cuál es un programa de panel, de variedad, político, etc., pues la incidencia de la misma sobrepasa los niveles de incursión en cualquier tipo de clasificación de espacio, somos un país que vive en campaña casi todo el año y mientras dure la zafra, los programas se convierten en ingenios políticos.
El caso de la música urbana es terrible y horrible a la vez, en su afán de hacer conexión con la juventud se esta propiciando el crecimiento descontrolado de un ritmo que es exhibido sin ningún tipo de elaboración, no existen parámetros para exigir calidad, denominador el común es la vulgaridad lírica y el movimiento obsceno, unos carajos a quienes se les ocurrió jugar a ser artistas y en ocasiones frente a las cámaras dan la mala impresión de que temen se les vaya a caer el miembro.
Como medios, están llamados a servir de plataforma para los nuevos talentos, pero deben existir parámetros de calidad sin importar el género, la saturación específicamente del ritmo #dembow deja mucho que decir, uno se pregunta quién será peor, si algunos productores de televisión o el público que permite le presenten tantos adefesios a todas horas, haciendo de lo cultural algo aburrido y obsoleto.
Todos quieren ser “Vakero”, Mozart, Don Míguelo, Secreto, El Mayor” son docenas de aspirantes, pero muy pocos se preocupan en imitar el cambio que estos pioneros y hoy líderes están haciendo por el género.
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