El móvil estrella de la marca coreana conserva el diseño de la versión anterior, pero mejora prácticamente todas sus prestaciones. Sale a la venta mañana por 819 euros
afirma un dicho popular que, si algo funciona, mejor no tocarlo. Este ha sido el planteamiento de Samsung con su Galaxy S7 edge, el nuevo smartphone
tope de gama de la coreana y un firme candidato a convertirse en el
mejor terminal del año. ¿Su secreto? Mantiene todo lo positivo del
Galaxy S6 y mejora aquellas características en las que no estaba a la
altura.
A imagen y semejanza
Esta declaración de intenciones queda patente nada más posar
los ojos en él: en su diseño es difícil apreciar las diferencias con la
versión anterior. Así, recurre a la misma estética con los mismos
materiales: su carcasa es de aluminio y tanto la parte frontal como la
trasera están cubiertas con una capa de cristal Gorilla Glass 4 3D que
reduce de manera significativa los arañazos propios del día a día,
aunque hace que las huellas queden firmemente marcadas. Texto completo elpais.com
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